miércoles, 31 de mayo de 2017

Cooperación como condición social de aprendizaje. Comentarios al libro de C. Suárez

Aunque parece que se trata de una moda, el aprendizaje cooperativo no constituye ninguna teoría nueva en el campo del aprendizaje, a pesar de que muchas escuelas se empeñan en menospreciarlo, sin saber la perla que rechazan. Parece que la tarea más urgente (con la de tareas urgentes que hay en Educación…) es hacer ver a nuestros colegas la situación con otros ojos. La perspectiva podría cambiar si “buscamos percibir la cooperación como condición social de aprendizaje”. La idea es que si lográsemos que las escuelas comprendiesen que el aprendizaje implica cooperación, que el aprendizaje necesita de la relación con los demás para ser el que es, quizá las escuelas aceptarían este aprendizaje de manera firme.
          
Si toda escuela tiene como premisa la optimización de las condiciones sociales para el crecimiento personal, ¿cómo hacer para entender la cooperación como condición social de aprendizaje? Ya que con la simple observación no basta, habrá que dar una explicación más científica a todos aquellos incrédulos, partiendo de la psicología del aprendizaje. En el libro que se está tratando, se explica esta idea de manera clara: “si entender el aprendizaje como un proceso inmerso en una red de relaciones sociales, y consustancial al desarrollo cultural, nos permite ver más claramente el valor de la interacción en el aprendizaje, hablar de cooperación entre estudiantes bajo esta premisa se hace más nítido como significativo en la actividad educativa”
               
Cabe destacar que para entender la cooperación como condición social de aprendizaje hay que atender a la base sociocultural del aprendizaje cooperativo, en la que están implicados los procesos psicológicos superiores y la mediación sociocultural del aprendizaje cooperativo.
                
En la segunda década del siglo pasado, Vigotsky expresó la “ley genética del desarrollo cultural” de la siguiente manera: “Cualquier función, presente en el desarrollo cultural del niño, aparece dos veces o en dos planos distintos. En primer lugar aparece en el plano social, para hacerlo luego en el plano psicológico. En principio, aparece entre las personas como una categoría interpsicológica, para luego aparecer en el niño como una categoría intrapsicológica” (Vigotsky 2000:94). En esta ley se puede entender la palabra función como sinónimo de aprendizaje, lo que confirma la idea de que el aprendizaje tiene en sí un componente fundamentalmente social.
                
Me he querido centrar en este aspecto, de una manera muy general, para dar respuesta  a por qué defendemos el aprendizaje cooperativo y qué sentido tiene esta estrategia en el aula, ya que son muy pocos los que se ocupan en defenderlo. Para saber más del tema, recomiendo insistentemente la lectura del libro.

                
No necesitamos maestros ciegos, ni gallinas, ni mentiras. Necesitamos nuevos maestros que vean, que se atrevan, que evidencien.

Por Clara Vivó.

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